Durante los primeros meses de vida de un bebé, el chupete se suele convertir en uno de los aliados preferidos de los padres. Además durante ese tiempo también es el inseparable compañero del bebé, ese ‘Sancho Panza’ que lo acompaña en los buenos momentos y que es capaz de calmarlo en las rabietas más inoportunas, o dormirlo en las noches más rebeldes. Todo esto es beneficioso tanto para el bebé como para los progenitores, pero ¿qué pasa si se prolonga demasiado el uso del chupete?.
Pros y contras del uso del chupete
El principal beneficio que aporta el uso del chupete es el evidente: es capaz de calmar al bebé. A este efecto calmante, los pediatras y logopedas añaden otros efectos beneficiosos más: el chupete ayuda al bebé a desarrollar la musculatura oral y ayuda a prevenir una posible muerte súbita. Aunque también advierten que no es aconsejable su uso antes de las 4-6 primeras semanas de vida, para no interferir con la lactancia materna y que se produzca confusión entre pezón y tetina.
Pero si se prolonga demasiado el tiempo que el bebé está usando el chupete, pueden comenzar a aflorar los problemas. Al estar en pleno proceso de formación, se pueden producir alteraciones maxilofaciales. Su utilización prolongada puede llevar a las deformidades de paladar y del desarrollo de los dientes.
La constante presencia del chupete en la boca del bebé puede ocasionar la aparición de la deglución disfuncional (incorrecta posición de la lengua a la hora de tragar) y la respiración bucal, tan incomoda cuando son adultos. Todo esto es provocado porque se producen dificultades para coordinar labios, lengua, dientes, paladar y mandíbula. Además pueden aumentar las posibilidades de la aparición de infecciones estomacales o bucales, y, una de las consecuencias más importantes, puede provocar dificultades en el habla y la pronunciación, debido a que sus primeras palabras se dan con el chupete en la boca.
¿Cuál es el mejor momento para quitar el chupete?
Gracias a las ecografías se ha demostrado que a partir de la semana 13 o 14 de gestación, el bebé comienza con los movimientos de succión, que no solo tiene una faceta nutritiva. Este comportamiento también les proporciona serenidad y sosiego. Este es el nacimiento de la ‘succión no nutritiva’, auténtica culpable de la existencia del chupete.
Aunque es difícil establecer una fecha concreta para la retirada del chupete, la mayoría de expertos se ponen de acuerdo en la horquilla que favorece a la mayoría de bebés, pero no hay que desesperar por que cada bebé lleva su ritmo propio y personal. Hay algunos que incluso de forma autónoma comienzan a desprenderse de él poco a poco y solo lo usan para dormir.
Hasta los 15-18 meses el chupete no provoca ningún tipo de alteración en el desarrollo. Es a partir del mes 24 cuando ya está desaconsejado su uso, sobre todo por que es cuando comienza el desarrollo del lenguaje. Por tanto es en ese intervalo en el que hay que intentar que se produzca un abandono del chupete progresivo. Los milagros no existen y al bebé le costará un tiempo acostumbrarse a la falta de su ‘inseparable amigo’, así que ármate con la mejor herramienta para estos casos: la paciencia.
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